miércoles, 1 de junio de 2011

¡ Ándale Manuel !

Con un ---¡Ándale Manuel!---- el Dr. Carlos RI del servicio de Ortopedia del Hospital General de México  de la Secretaria De Salud, apresuraba a mi compañero, para que tuviéramos listas las notas de los pacientes, antes del paso de visita o bien para que estuvieran las nuevas indicaciones, después del paso de visita.
El Dr. Carlos (de quien ya no recuerdo sus apellidos), siempre con su mirada amable y con un tono paternal  nos conminaba a estudiar diciéndonos: Todos los  internos de pregrado del Hospital son utilizados como mandaderos, para hacer las notas y hacer el trabajo sucio en las guardias; Ustedes deben estudiar más, para que con conocimientos vayan transformando esa mala  tradición.  En las guardias con su acostumbrado ¡Ándale Manuel! nos sugería los temas y la bibliografía correspondiente para estudiar.
Cosa contraria la del Dr. Bazaldua también RI, quien no perdía oportunidad para hacer notar su jerarquía, abusando y humillando a los Médicos Internos de Pregrado que les tocaba la guardia, ya que  los obligaba a salir del hospital a comprar las “caguamas”  para poder seguir la fiesta en la “Residencia”. En otras ocasiones se presentaba media hora antes del paso de visita por la mañana, despotricando contra los internos, arrebatando de la maquina de escribir la hoja de las notas  y vociferando estar de mal humor  como consecuencia de la gigantesca cruda que cargaba. Por estas y muchas más razones sus compañeros Residentes lo apodaban “Bascaldua”.
Justamente a mediados del mes de agosto el Dr. Carlos se encontraba muy contento, debido a que saldría de vacaciones y podría estar con sus Padres y Hermanos,  con mucha melancolía nos comento que tuvo la inquietud de convertirse en Sacerdote, pero por alguna situación ajena a el, no lo pudo concretar. Terminó deseándonos buena guardia y no lo volvimos a ver hasta el día 17 de septiembre, quien con la amabilidad acostumbrada  nos mostro su antebrazo izquierdo enyesado, como consecuencia de un accidente en motocicleta. Con mucho orgullo nos expreso  su decisión por  presentarse al servicio, a pesar de estar incapacitado.   
En ese momento, no sabía que el destino le tenía preparada su muerte para el día 19 de septiembre de 1985.  Trágicamente durante el terremoto de las 7:19 horas de ese triste día, todos los RI de Ortopedia del Hospital, murieron dentro de  la Residencia del Hospital, incluyendo al Dr. Carlos y al Dr. Bazaldua.
Dos  días después en algún programa de la televisión  mostraban una lista de cadáveres que se encontraban sin ser reclamados por amigos y o familiares,  en el entonces Parque de Béisbol del Seguro Social. Grande fue mi sorpresa al ver entre la lista el nombre del Dr. Bazaldua.
                                    ¡Cuantas sorpresas nos depara la vida!
  

viernes, 13 de mayo de 2011

Supersticiones

Como residente responsable de la guardia de Urgencias del Hospital, me día a la científica tarea de iniciar con la tradición de dibujar en el pizarrón un gato con la cabeza  hacia abajo, colocar la escoba detrás de la puerta,  dejar abiertas  las tijeras de curación sobre la mesa de mayo y finalmente  invocar a San Juditas Tadeo y a cuanto Santo se pudiera.

En el servicio de urgencias la práctica de estas  supersticiones tienen como objetivo principal tener una guardia tranquila, es decir para que no se presenten  las siguientes situaciones:

1.   Muchas consultas.  No por el trabajo que se genera, sino por la escases de recursos humanos y materiales en el hospital.  

2.   Pacientes y familiares agresivos o violentos. De los que casi no hay – ¡sí como no!. 

3.   Enfermeras que llegarán a dormir. Normalmente llegaban sin saludar y los primero que hacían era en forma feroz, apartar las dos últimas camas para poder dormir lo más temprano posible. Posteriormente tomaban los expedientes de los pacientes en observación y en forma robotizada cumplían con  las indicaciones  y a dormir.  Jamás se pararon en los cubículos de urgencias.

Esa noche realice el ritual con más decisión y convicción, ya que era mi última guardia como RII en el tan temido servicio de urgencias.

Al terminar con mi  importante tarea mi dirigí al no menos temido pero necesario comedor del hospital en donde por última vez tome el desabrido y quemado atole de vainilla y los aguados chilaquiles parecidos a los que prepara Borola Burrón, ayudados a pasar  junto con la ilusión de que solo me faltaba un año más para finalizar la residencia……

No pude evitar recordar los momentos felices que siempre y hasta el día de hoy nos unieron al tan singular grupo de 8 compañeros,  así como los feroces ataques de los compañeros residentes de otras especialidades, y como no recordar al carismático jefe del Departamento de Medicina interna quien constantemente nos defendía de los residentes de mayor jerarquía repitiendo “El poder hay que saberlo usar”.


Justamente cuando más inmerso me encontraba en mis pensamientos se escucharon los apresurados pasos de una interna de pregrado quien alarmada me comento el caso  de una jovencita de 14 años de edad que se encontraba en el servicio de urgencias por presentar  dolor abdominal generalizado, tipo cólico, con evolución de 8 horas y con un gran aumento de volumen. 

Por supuesto que la Doctora Y Yo pensamos en un embarazo, sin embargo la Madre de la paciente defendía la inocencia de su hija a capa y espada, y por supuesto la hija juraba y perjuraba que jamás había estado con un hombre, es más los aborrecía.

Al volver a  insistir sobre el seguro embarazo,  la Madre vociferaba y amagaba con demandarnos pues estábamos manchando la inmaculada imagen de su hijita.

Yo no sabía qué hacer, ya que el realizar un tacto vaginal a la paciente en caso de equivocarnos nos traería consecuencias legales graves, el servicio de rx y usg no trabajaba en las noches y llamar a un Médico de Base (en caso de que estuviera) era pecado capital.

Afortunadamente en ese momento (no se si como consecuencia de el ritual) paso la  “CUASIMODO”, (residente de 2do. año de ginecología, a quien todos los compañeros le llamaban de esa forma por su caminar desgarbado y su actuar prepotente y grosero), quien extrañamente se acerco en forma amable a ofrecer su ayuda y antes de que terminará de exponerle el caso se enfundo un guante en su mano derecha y sin más protocolo la introdujo en la vagina de la paciente, confirmando el embarazo y el trabajo de parto con 8 cmtrs. de dilatación y como consecuencia la pacientita pasó a la “toco”.

Aún recuerdo la cara de frustración, enojo, sorpresa y tristeza de la Madre quien  se retiró sin más problema.

¡Si los Médicos nos apoyáramos más  nuestro trabajo sería más fácil y con menos riesgos!



viernes, 6 de mayo de 2011

¿Cómo le digo al familiar?

un buen día me tocó la guardia en el servicio de urgencias del Hospital, el servicio contaba con 2 consultorios para valorar a los pacientes y 5 camas en el área de observaciones;   el personal Médico lo formaban  dos Médicos internos de pregrado  y el Médico residente de guardia (el Jefe del servicio únicamente acudía en las mañanas) y la correspondientes enfermeras que se limitaban a obedecer las indicaciones escritas en los expedientes de los pacientes encamados. 
Siendo aproximadamente las 17:00 hrs., las cinco camas de observaciones se encontraban ocupadas por pacientes que así lo ameritaban, además teníamos tres camillas en el piso ocupadas con sus respectivos pacientes, en total los 8 pacientes de recién ingreso.
Me encontraba en el control de la sala de observaciones, realizando las obligatorias  notas de ingreso y sus respectivas indicaciones, cuando uno de los Médicos internos  me comenta - en  el  consultorio 1,  se encuentra un paciente cardiópata diagnosticado y tratado en el Instituto Nacional de Cardiología y solicita atención urgente-.
Mi preocupación se disparó al buscar una cama o un espacio donde lo pudiera ingresar para su estudio y tratamiento, agregándose una gran angustia   al recordar  que no contábamos con aparato para tomar electrocardiogramas, me invadió una gran  desesperación  al   voltear y ver a todos los pacientes encamados en espera de un tratamiento; - sobre todo  al ver al paciente del cubículo 2, que cursaba con  insuficiencia respiratoria y afortunadamente para el se encontraba en la única cama que contaba con oxigeno. 
Después de mi rápido arqueo  - me sentí impotente, desalentado y frustrado-  por ser testigo de las deficiencias con que se trabaja en la mayoría de los Hospitales de nuestro país.
Sin embargo sacando fuerzas y valor no se de donde,   acudía a valorar al paciente, grande fue mi sorpresa al observar a un paciente de aproximadamente 70 años de edad, con datos severos de insuficiencia respiratoria, sin embargo mi verdadera sorpresa no fue ver al paciente, sino a sus acompañantes -un par de jóvenes de  entre 25 y 30 años de edad, de aproximadamente 2 metros de altura y muy fornidos-,  uno de ellos con mirada amenazante y voz de trueno me dijo “atienda a mi tío”; no se si por miedo (yo creo que sí), balbuceando les pedí a los dos “gorilas” que subieran a su tío en una camilla y personalmente (en el hospital no existían los camilleros) lleve inmediatamente al paciente al cubículo 2, con la finalidad de colocarle el oxígeno.
Sin embargo al llegar al cubículo y tratar de colocarle la mascarilla de oxígeno me percate de que el paciente se encontraba en paro cardio respiratorio.    Las maniobras de resucitación fueron infructuosas y decreté la hora del fallecimiento del paciente. ¿Fue el miedo, la desesperación, el exceso de trabajo, la falta de alimento?  -No lo se-, me vi invadido por el terror.
Afortunadamente en ese momento uno de mis compañeros RII y amigo se presentó en el servicio por lo que le comenté la situación del paciente y mi temor a enfrentarme al par de “gorilas”;  como respuesta y con una gran tranquilidad mi “amigo” me comentó  -Yo acudiré con los pacientes a darles la noticia-  . La bondad y tranquilidad de mi “amigo” me obligaron a pensar en lo egoísta de mi comportamiento, decidí enfrentar personalmente a los familiares.
Salí a la sala de espera de urgencias con gran entereza (nunca supe de donde salió) y les comente a los familiares el fallecimiento de su Tío, -Esperando lo peor, uno de los gorilas me extendió la mano para darme las gracias y al mismo tiempo para preguntarme cuales eran los trámites para recuperar el cuerpo de su Tío. ¡Evidentemente les estorbaba el Tío!...
Hoy cuando llego a ver uno de los programas del Dr. House, no puedo evitar comparar la eficiencia y puntualidad  de los diagnósticos y tratamientos en su hospital, donde el paciente llega al servicio de urgencias y cuenta con   el Ortopedista, el  Cirujano General, el Cirujano de Tórax, el Cirujano de Corazón, el Cardiólogo, el Neurocirujano, etc., además de tener todos los recursos diagnósticos mínimos necesarios; teniendo como consecuencia la tranquilidad y seguridad de los diagnósticos.  Concluyo diciendo lo mismo que Cristina Pacheco “Aquí nos toco vivir”.

sábado, 30 de abril de 2011

¡Yo nada más me robé un refresco¡


¡Yo nada más me robe un refresco¡  ¿y tú? , me pregunto el tipo que se encontraba formado delante de mi, de aproximadamente 35 años de edad, con voz cavernosa, mirada torva  y movimientos agresivos, - no le conteste nada -, debido a que mi cuerpo y mente se encontraban paralizados, no se si por que el frío de las 5 de la mañana  nos mantenía inmóviles y recargados en el portón de entrada al reclusorio norte, o por que desde varios meses antes vivía en un terrible estado de indiferencia.

La pregunta de  mi compañero de fila me obligo a buscar una respuesta dentro de mi mente y con mucho dolor me dije ¡Yo nada más cumplí con mi trabajo!  e irremediablemente me pregunté ¿La profesión de Médico vale la pena?, en ese momento repasé  las múltiples situaciones de angustia y dolor  que  hasta ese día había vivido como consecuencia del abuso y falta de valores de una persona desalmada y sin escrúpulos,   que viven de las extorciones que realizan a los Médicos y aprovechándose de las deficientes, injustas  y obsoletas leyes que rigen a los Médicos en nuestro País.

Empecé recordando   la llamada telefónica por parte de la CONAMED, donde la paciente astutamente levanto una denuncia en mi contra y posteriormente la retiró, para poder tener una coartada  lo que le permitiría realizar una nueva demanda penal en mi contra por lesiones con responsabilidad penal. En este proceso judicial es donde verdaderamente inició mi calvario, ya que para ser mayor mi problema y debido a la falta de dinero no contaba con un seguro de responsabilidad penal, y  rápidamente comprendí por que la gente tiene un mal concepto de los Abogados,  posteriormente tuve que cargar un amparo en la bolsa y soportar que los judiciales entrarán al consultorio amagándome y restregándome en la cara  una orden de aprensión.
 Todavía más difícil es estar en el juzgado esperando a que el secretario del juez me llamara y estar junto a los custodios armados  cuidando a los reos encadenados procedentes del reclusorio. Sin embargo lo peor de todo es cuando el secretario del juez le pregunta a la paciente que levanto la demanda en mi contra y a sus familiares ¿JURAN DECIR LA VERDAD?  Y con el mayor cinismo y sangre fría  aseguran y confirman una serie de hechos y situaciones que son completamente falsos, pero que finalmente son parte de su estrategia para lograr su objetivo: DINERO FÁCIL.

Durante dos años tuve que acudir a firmar semanalmente al juzgado, ya que me encontraba libre bajo fianza y durante todo este calvario me encontré con una gran cantidad de compañeros Médicos, nunca nos saludamos, nunca platicamos, pero siempre nos identificó el dolor y la angustia que se reflejaba en nuestra mirada.

Hoy quisiera  pedirle a la comunidad Médica que antes de emitir una opinión acerca del trabajo de otro Médico, valoren los distintos factores que intervinieron para tomar esa decisión, pónganse en su lugar y consideren que hubieran hecho Ustedes justamente en esa situación, con todos los atenuantes y agravantes; y sobre todo ¡jamás! ni con el pensamiento se vuelvan cómplices de una persona sin escrúpulos   que trata de obtener un beneficio secundario de un compañero Médico.



 


jueves, 21 de abril de 2011

¿No van a querer refresco?

 Siendo aproximadamente las 6 de la tarde caminábamos de prisa el Dr. Álvarez  y Yo, era una calle cercana al metro Balderas,  de pronto un puesto de tacos de “muerte súbita” se encontraba  frente a nosotros  -no supimos si era el hambre, la pobreza económica o las más de 30 horas de estar en el hospital sin tomar  un alimento decente-, nos quedamos viendo con una mirada de complicidad  y sin mediar palabra nos acercamos a preguntar el precio de los tacos. Con indiferencia el taquero nos contestó --- ¡de tripa,  suadero o longaniza la orden de 5 tacos es de a 5 pesos!
El Dr. Álvarez saco los pocos  pesos  (6) que traía en la bolsa del arrugado y sucio pantalón blanco que 30 horas antes portara con orgullo y soberbia en el paso de  visita y que a pesar de ser  RII ponía a temblar con sus acertados comentarios y brillantes opiniones, a los RIII y uno que otro Médico de Base.
Juntamos diez pesos ( los 6 del Dr. Álvarez y  los 4 pesos que me quedaban después de una larga guardia iniciada un día antes, a las 8 de la mañana).
Le pedimos dos órdenes al Taquero, quien con desgano nos sirvió los apetitosos tacos acompañados de la exigente pregunta ¿No van a querer refresco? - presurosos le respondimos que no, por lo que con  una mirada de desprecio nos barrio de arriba hacia abajo.
En ese momento pasaron rápidamente por mi mente  todos los esfuerzos, miedos, el cansancio y todos los pacientes a quienes atendí durante la guardia que terminó una hora antes; inevitablemente pensé en lo injusta que era la profesión del Médico, y aunque no lo comentamos estoy seguro de que la misma reflexión paso por la mente del Dr. Álvarez.
Sin embargo y confirmando la hipótesis  hecha  por otro amigo -- “ a los Médicos nos diseñaron para aguantar” , nos dimos a la tarea de devorar los tacos.
Al terminar nuestra frugal comida, el Taquero nos abordo con otra nueva pregunta ¿les sirvo otra orden?—con timidez le respondimos que no. Para nuestra sorpresa y con voz melosa nos pregunto que si trabajábamos en la SSA, para lo que orgullosamente le respondimos afirmativamente y ahora era el Taquero que con voz suave nos pedía de favor  le ayudáramos con un vecino que criaba puercos a un lado de su casa con todos los inconvenientes del caso.
Sin pensarlo dos veces y conscientes de que en nada le podríamos ayudar, el Dr. Álvarez y Yo fingimos un aparente interes en ayudarlo, pidiéndole sus datos y los del vecino. Como consecuencia el Taquero nos retribuyo la supuesta ayuda con otras dos órdenes de tacos.
Después de terminar con el obsequio del Taquero nos retiramos y en medio de risas hacíamos burla del oportunismo del Taquero e interiormente de la vida del Médico.   
     

viernes, 15 de abril de 2011

Abdomen en madera

Aproximadamente a las 13:30 hrs. escuche como golpeaban a la puerta del servicio de urgencias, por lo que me dispuse a recibir con una sonrisa amable al paciente en turno, sin embargo al observar que mi nuevo paciente tenia dificultad para caminar y literalmente lo cargaban entre su esposa y hermana, me sentí desvanecer de miedo, y le pedí a Dios me llenara de sabiduría y confianza.

Automáticamente le pedí al paciente me dijera el problema que presentaba, por lo que con dificultad  me contesto  - Hace  5 días comencé con fiebre y   diarrea, agregándose desde ayer un terrible dolor que me ofende todo  el abdomen- -  Le  hice un gran número  de preguntas, sin orden y sin lógica, debido a que mi mente me ordenaba huir del lugar y buscar la ayuda de algún Médico que supiera y me dijera que hacer-  Sin embargo recordé que a pesar de tener 3 días como Residente de 1er año Yo era el encargado del servicio de urgencias hasta las 8:00 de la mañana del día siguiente y solo contaba con el apoyo de dos internos de pregrado. 

Los quejidos del paciente me hicieron despertar de mi aletargamiento y para acrecentar mi infortunio, en ese momento entro el Jefe del Servicio de Urgencias y me preguntó –¿Que tiene el paciente?- por lo que con mi mayor honestidad y desesperación conteste –¡No lo sé!      ---podría Usted  ayudarme---- Petición a la que amablemente accedió, sin embargo,   después de tocar  y palpar el abdomen del paciente  me comentó –Ya es tarde y debo retirarme para llegar a mi otro empleo- … Nuevamente me hundí en la mayor impotencia y desesperación, al observar la cara de dolor de mi paciente, la cara de suplica de su esposa y mi gigantesca ignorancia. En ese momentos regresaron de comer los dos internos y sin el afán de molestarme, más bien con una actitud de servicio  me preguntaron “Jefe cuales son las indicaciones   para este pacientito”, en ese momento intente concentrarme y tratar de recordar en que materia de la escuela me debieron de haber enseñado algo al respecto, sin embargo tristemente llegue a la conclusión de que nunca recibí una instrucción adecuada y hoy era el día preciso para aprender,  por lo que decidí solicitar un par de radiografías de abdomen.

Aproximadamente una hora después llego el tan temido subdirector del turno de la tarde del Hospital,  un Médico recio, seguro de si mismo con especialidad en Infectología, y me pregunto ¿Quien es el residente encargado del servicio?   por lo que conteste con timidez  -Yo-    inmediatamente me espetó ¿Me quieres hacer el favor de decirme que hace un paciente de urgencias, sin ropa, sin camisón y sin camilla. Sentado  en el vestidor del servicio de radiología?  ---me quede petrificado, mudo del miedo y sin poder articular palabra alguna---     afortunadamente los internos regresaron con el paciente ya con camisón y sobre una camilla, por lo que el Subdirector me exigió que lo acompañara a revisar al paciente y al llegar junto al paciente y de una manera paternal me pidió que tomara el pulso y la tensión arterial al paciente, cuestionándome  los resultados, por lo que apresuradamente  le conteste –78 de pulso y 120/80 de t.a.- es decir dentro de límites normales-  ¿Entonces se encuentra normal? me pregunto,  a lo que respondí con mucha seguridad -Sí-, su cara se transformo por el enojo de tal manera que por un momento pense que me golpearía, sin embargo paulatinamente se tranquilizo y me dijo:    Observa su piel marmórea, el pene pequeño  -casi no se ve-, toca el abdomen y se encuentra duro en su totalidad   -es un abdomen en madera-  es decir existe un problema quirúrgico intraabdominal, esta perdiendo líquidos dentro del abdomen y como consecuencia esta en choque hipovolemico y esta liberando aminas para compensar y por eso aparentemente se encuentra normal la t.a. y el pulso.   

Sus palabras y   su gran calidad humana me permitieron aprender medicina y sobre todo comprender que sin práctica no hay aprendizaje, y sin Médicos que poseen la convicción de transmitir sus conocimientos no existiría la enseñanza, Mi recuerdo concluye con la siguiente pregunta:
 
¡Cuantos Médicos con la más genuina vocación por la enseñanza, son ignorados y desaprovechados!
                                                         
                                                                                                Dra. Leticia Ávila

 

 



 

viernes, 8 de abril de 2011

Yo creí que ya era Médico

El día que la universidad me confirió el título de Médico, yo creí que ya lo era. Había hecho mío el conocimiento de la anatomía, la fisiología, el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades.
Y así, con mi ser de científico colmado de saber con pretensión de omnipotente, me fui por el mundo a ejercer la medicina.
Todo iba bien al principio. Los medicamentos que prescribía controlaban las afecciones de mis pacientes, y mi bisturí extirpaba sus tejidos dañados.
Pero muy pronto la corona de mi erudición médica sufrió una lastimosa abolladura.
Amanecía un domingo cuando me llamaron del hospital para operar a un niño agredido por un perro que le destrozó el rostro y el cuello. Sangraba abundantemente y estaba agonizando.
En medio de transfusiones reconstruí con éxito las estructuras desfiguradas, pero en los días siguientes noté que a pesar del agradable resultado de mi cirugía, el niño seguía abatido, desmejorándose cada día, derrotando el optimismo que la ciencia me permitía.
Entonces me di cuenta de que yo estaba enseñado para tratar enfermedades, pero no a personas enfermas. Me lo mostró ese niño que no sufría por sus heridas, sino por la falta de su padre, prófugo del hogar.
De poco me servirían todas mis teorías para aliviarlo. Necesitaba también confortarle en su turbación emocional. Con ello percibí que la verdadera medicina no consiste en combatir la enfermedad como si fuera un objeto que entró en un cuerpo, sino en atender en su integridad humana a la persona que padece.
Hora tras hora, iba descubriendo que era más lo que ignoraba que lo que creía saber, y que llegar a ser un verdadero médico no se logra con la mera obtención del título profesional, pues por encima del conocimiento científico certificado, está la comprensión y la entrega para con el semejante que padece, a fin de atenuar sus dolores físicos, atenderlo en lo íntimo de sus temores, y confortarle en su interioridad que sufre.
En el ejercicio de mi profesión he presenciado el nacimiento de una criatura escuálida en una pobre choza, y el del bebé rozagante que ve la primera luz rodeado de flores en una clínica para ricos. He atestiguado la agonía atemorizada del valentón que siente escapársele la vida por los agujeros de una bala, y he estado ante los últimos estertores del anciano que deja el mundo con una plegaria de paz en sus labios. Y entre esos extremos de vida y de muerte, he quedado maravillado ante los prodigios que obran en la evolución de las enfermedades la fe en Dios y la voluntad de superar los padeceres, despedazando triunfalmente las estadísticas médicas y los pronósticos de las eminencias.
A través de los años en mi práctica profesional, descubrí que tras los síntomas que manifiestan los pacientes, clama el conflicto anímico que los ha originado, conflicto que anda por los consultorios buscando encontrar a un médico que lo reconozca, lo entienda y lo conforte para aliviarlo. Pero... ¡Qué lejos están de estos asuntos íntimos de la vida humana las páginas de los textos médicos y los sofismas de los catedráticos!
He visto frente a mí la expresión desesperada del adinerado que no se explica cómo su dinero no puede comprarle una hora más de vida, y me he acongojado al ver el rostro afligido del pobre que vende su sangre para dar de comer a su prole. He estado ante el hombre de mundo, antes soberbio y arrogante, ahora intimidado hasta lo risible por una erupción de la piel, y me he arrodillado para besar la frente de una madre que oculta los dolores de su cáncer para no molestar a sus hijos.
Con todo ello me quedó manifiesto lo distinto que es cada paciente, y el grave error que se comete al generalizar con ligereza en el tratamiento de los enfermos. Como si todos los pacientes fuesen iguales. Como si no tuviese cada uno sus muy propios sentimientos y circunstancias.
He hurgado entre mis dedos la milagrería de los tejidos orgánicos en las entrañas de la vida, y cada día se graba más en mi conciencia que mis manos son sólo un modesto instrumento entre el Creador y mis enfermos.
Por ello, en ese filtrado de conocimientos que nos da la experiencia, me quedó la firme convicción de que he de actuar ante quien padece, con humanismo y espiritualidad, no de médico a paciente, sino de ser a ser.
Escribo estos pensares dedicándolos a la nueva generación 2011 de profesionales. Coinciden ustedes, flamantes colegas recién graduados, en un mundo que les impone la alternativa de ejercer para la tecnología y lo científico, o servir al hombre enfermo.
Poseen sensibilidad de lo humano, virtud que les ofrece pasar de la ciencia a la conciencia. Dejar de vivir en el racionalismo científico, para convertirse en emisarios de Dios. Esto es lo que significa mi frase dirigida a las expectativas más profundas del enfermo: Estoy en ti.    Estoy en tu entraña. Porque vengo a ti en el Nombre del Señor.
Porque después de todo, nosotros los médicos sólo somos sencillos intermediarios del Señor que nos ha encomendado la misión predilecta de Cristo:   curar a los enfermos. Para que, cumpliéndola, lleguemos todos a merecer el noble título de “Doctor en Medicina”.
                    
           Dr. Jorge Fuentes Aguirre.

jueves, 31 de marzo de 2011

¿Que cuesta 20 – 30 pesos?

* Una orden de tacos sin refresco
* Un disco pirata
* Una libreta
* Una caja de cigarros
* Una boleada de zapatos
* Una hora en un estacionamiento particular
* Un corte de pelo bien pinche
* Un jabón para perro
* Una bolsa de pistachos
* Un viaje en un taxi
* Una revista
* La recarga de celular más barata
* Una bolsa de papitas
* Un refresco familiar
* ¿Un servicio profesional?
* ¿El diagnóstico de ese padecimiento que merma tu calidad de vida?
¿Considera justo?
      - Que un Médico que ha estudiado 5 años en la Universidad, en horarios de mañana a noche, que luego se chutó un año de internado de pregrado, sin sueldo, en horarios de 10 por 36 horas y un año de servicio social gratis, reciba un pago por sus servicios de 20 pesos.
      - Exigir calidad en la atención médica del país, y comprar medicamentos similares, y renegar de los genéricos y de los de patente.
      - Que la profesión más noble, la de ayudar y salvar vidas se prostituya por 20 pesos en las farmacias donde son obligados a expedir recetas de 150 pesos.
      - Abaratar los años de estudio y sacrificio que miles de jóvenes médicos mexicanos han invertido, para poder ofrecer un servicio de calidad.
      - Que un Médico General invierta 5 años de estudio en la Universidad, tomando clases  en su Facultad por la mañana y desplazándose a diversos hospitales durante la tarde- noche para acudir a sus prácticas clínicas y al terminar, pase un año de su vida en un hospital, donde cada 2 días permanece 36 horas de guardia, con un sueldo mensual de 480 pesos ---MENSUAL----.
      - Que al terminar el internado de pregrado, realice otro año más de servicio social en alguna comunidad de difícil acceso, donde tiene que vivir en la clínica, alejado de su familia y con un sueldo mensual de 560 pesos, con los que tiene que pagar manutención, transporte y en algunos casos seguridad.
      - Que muchas Doctoras sean atacadas sexual o físicamente en las comunidades donde realizan el servicio social. Incluso algunos pasantes han perdido la vida.
      - Que los Médicos después de graduarse tienen que presentar un examen junto con 26 mil Médicos para poder ganar una de las 8 mil plazas de especialista que el gobierno ofrece.
      - Que el costo de un libro de medicina no sea inferior de los 900 pesos, y que el Médico necesita estar actualizado, por lo que debe de tomar cursos constantemente, los cuales oscilan desde los 2 mil hasta los 50 mil pesos.
      - Que un Médico empiece a tener una vida laboral productiva aproximadamente a los 27 – 28 años, cuando en las otras licenciaturas, empiezan a trabajar a los 23 años.

¿Aún considera que 20 pesos, es el precio justo que se debe de cobrar por una consulta?

                                               Dra. Mercedes Del Pilar Álvarez Goris


miércoles, 30 de marzo de 2011

¡Por que no estudiar Medicina!


Enumerare todos los motivos por los que alguna vez en el transcurso de estos años he deseado haber estudiado comunicación o alguna de esas carreras


1. Te haces viejo, los que se van a quedar pelones lo hacen prematuramente y todos los demás se hacen canosos antes de los 25.

2. No importa que tan bueno te creas y que tanto hallas estudiado durante las materias básicas, solo cuando llegas al hospital y en un paso de visita te preguntan alguna cosa, te das cuenta que toda la anatomía que aprendiste en primero, se fue cuando jalaste la cadena del baño junto con las evacuaciones bajas de consistencia y olor fétido que tuviste después de visitar tan frecuentemente el paseo de la salmonella.

3. Justo cuando se acerca el año más difícil de la carrera que es el internado, te das cuenta que todos los amigos de la preparatoria están a punto de terminar la carrera, incluso algunos de ellos ya están comprando su propio auto y tú máxima aspiración en este punto es empezar a ganar los 600 pesos quincenales que te pagan como interno de pregrado, sueldo que a pesar de ser ganado con interminables idas y vueltas al laboratorio, desinpactando ancianos, manchando la bata quirúrgica (que tu mamá te mando bordar) con sustancias corporales que difícilmente puedes reconocer y lo que es peor: aguantar guardias cada tercer día; ni siquiera llega al salario mínimo que le dan al elevadorista cuya única función es la de apretar botones y leer el tv novelas mientras lo hace.

4. Cuando estás en primero quieres que todos se enteren de que estudias medicina y piensas que vestirte de blanco te dará el respeto de tus semejantes, por eso cuando estás en primero y aunque estés en la primera semana de clases ya se te cuecen las habas por ponerte una bata blanca, pero la realidad es que en estos tiempos la bata blanca significa para todos aquellos que no estudian medicina solo una cosa, que no vas a ganar dinero hasta los 35; y quizá por eso no apantallas a ninguna otra chica que no sea tú mamá.

5. En verano llueve y nadie, repito ¡¡¡nadie!!! Muestra respeto por la blancura de tu ropa.

6. Si estas solo, con el tiempo bajas tus estándares a niveles nunca antes explorados, por ejemplo, llegas a encontrar ligeramente menos feas a las enfermeras o a las que atienden las cafeterías de los hospitales.

7. Usualmente los hospitales dan credenciales que dicen de manera gigantesca que eres estudiante, para que todo aquel enfermo que no está tullido, discapacitado e impedido de algún modo, huya como ladrón de la colonia doctores cada vez que te acercas a hacer la historia clínica.
Además gracias a este mismo gafete las enfermeras te ven como una presa fácil y depositan toda su ira e incluso las auxiliares de enfermería, cuya única función en la vida es tomar la presión, porque no saben hacer nada más, se congratulan cada vez que te ven llegar con un paciente, aunque saben que serían más útiles picándoselo unas a otras en otro lugar, ya que no tienen nada que hacer ahí, solo para llamarte estudiante y desacreditarte frente a todos.
Por eso aquí mi consejo es muy simple, las enfermeras son feroces, buscarán en lo más recóndito de tus inseguridades y se alimentarán de ellas y los estudiantes son sus presas naturales, así que nunca las mires a los ojos y ponte lo más pronto que te puedan tus piernas conducir al abrigo protector de un Médico de base

8. Tienes que convivir con mojones vivientes, como los estudiantes de la U.P., Anáhuac y Lasalle.

9. Tienes que aprender a vivir con desesperanza porque aunque acabes con éxito tus estudios, todavía eres un pelele que no ganará más que 25 pesos por consulta en una farmacia del dr. Simi, hasta que pases el examen de residencia y una vez que lo pases, serás residente por muchos años más y por tanto sometido a la autoridad de cualquier laboratorista, enfermera o básicamente cualquiera que trabaje en el hospital.

10. Cuando haces algo bien y un paciente te dice gracias, todo lo anterior vale la pena

Anónimo

¡Porque no estudiar Medicina!

miércoles, 23 de marzo de 2011

Juramento de Hipocrates, ¡si como no!

Cuando eres doctor la gente automáticamente piensa que ganas muy bien, que vives holgadamente y que el dinero te sobra, y eso en ocasiones no es cierto.

A veces como a cualquier profesionista, te va de la chingada;  la doctoreada, o como quieras llamarle, es pobre.  Te pueden caer miles de pacientes pero a veces ni te pagan.
Sufres con el pinche paciente que siempre quiere todo rapidito, que no le duela nada y garantizado, y que encima cobres como bolero de la calzada.
Sufres con los proveedores que te persiguen para que les pagues, con los técnicos, con salubridad y con hacienda, ¿A poco no? ¡Ah! Y por si fuera poco el paciente te paga lo que le da su chingada gana  (me lleva la pu...).  ¡Ah! Porque  todavía piensa tu paciente que lo estás fregando y confía más en  cualquier cabrón de la calle que en ti, ¡Por favor! Si el güey ni para los gastos de laboratorio te completa un anticipo, … ¡Hazme el favor!
La gente piensa que estás obligado a saber de todo porque de todo te preguntan: Que una tía que tiene azúcar, de otro tío que tiene cáncer, que si es verdad que con el calcio de coral se te amacizan los dientes, que si con el tepezcohuite te proteges de infecciones… ¡Qué hueva!

Casi siempre un paciente, o un amigo, o un conocido, o lo que es peor un familiar, se presenta con un caso complicadísimo, y cuando les explicas todo el procedimiento que hay que hacer, el número de citas y el costo del tratamiento, los muy cabrones te tachan de pendejo o de plano de ratero y te dicen: ¿Pero cómo? ¡Si la cuñada de mi prima me dijo que su madre le platicó que una de sus hijas había escuchado en su trabajo que a la mamá de su jefe un doctor la atendió de un caso igual en una semana y bien barato que le cobró! ¡Qué jijos…! ¡Pues que vayan a rechingar con sus consultas a ese pinche doctor... si es que existe! ¡Y que no vengan a joderte a ti!

Nunca falta el güey que le empieza a echar bronca a los doctores y a quejarse de los  costos de los tratamientos. ... "Es que, ¿Porqué tiene que ser tan caro? A ver, ¿Porqué? Deberían inventar un aparato o un material más barato porque así esta mal..." Y luego el día que van a tu consultorio se la pasan haciéndote sugerencias de porqué no tienes tal o cual equipo súper moderno que sale en la tele.
Van a tu consultorio en un horario fuera del que manejas porque por ser tus amigos quieren que los veas cuando ellos pueden, te quitan como una hora con sus preguntas idiotas, y al final se sorprenden y hasta molestan si tienen que pagar la consulta porque piensan que te hacen un favor al ir a tu consultorio.  Y después terminan atendiéndose en otra parte donde encima les cobraron más que tú, y el día que tienen una bronca con el tratamiento que les hicieron en ese otro consultorio quieren que seas tú quien se las componga, y tus familiares quieren que les resuelvas sus problemas a cambio de
Tus vecinos piensan que lo sabes todo  y te consultan cosas tan estúpidas como: "Oye ¿qué puedo hacer? Porque fíjate que a mi muchacha le hicieron una cirugía en una clínica del Centro, pero ya le dije que se la hicieron mal (hasta diagnostican) ¿La puedes recetar?.... O te dicen: "Oye, me estoy atendiendo con Fulanito de Tal, es muy bueno, ¿Verdad?" ¿Por quién te toman?
Si estás en una reunión y saben que eres doctor te preguntan de todo y al final ni te entendieron pero sí te quitaron un chingo de tiempo... Y ni la puta fiesta
Tus padres se adornan frente a la gente: "Sí, mi hijo es doctor…" (y luego como que explican), "Buenismo", y quién sabe qué tanto y esto y lo otro, y te meten en cada lío, porque después esa gente te anda buscando para que les arregles un problema de una especialidad que ni manejas, ni dominas, ni piensas conocer en tu mugre vida.... Tus abuelos (si es que los tienes) cada vez que los visitas te ven con tanto orgullo y te palmean o te besan por lo orgullosos que están de su nieto que es todo un doctor... ¡No manchen, abuelos! Si muy  apenas tengo para comer y ustedes muy orgullosos... . (Qué lindos los abuelos).

Si trabajas para una empresa o un banco ¿A poco no? El güey que te pone piedritas en el camino siempre es un pinche contador (u otro doctor que ni ejerce), que el güey piensa que lo sabe todo. ¿Ese pendejo qué sabe? Si ni consultorio tiene, si solo aprendió si cuadra o no una cuenta, y hasta diagnostica como si le entendiera ¡Pendejo! Pero eso sí, de que son más ratas son más ratas... Y todavía te cuestiona el pendejo de cosas de las que no tiene ni la más remota idea. A ver, ¿Un doctor cuándo se mete con un contador

Si un desconocido sabe que eres doctor, no te tacha de otra cosa más que de ser un rata.... Güey, ¿Cuándo te he robado algo en tu vida, pinche muerto de hambre? Los pinches graciosos saben que estás ahí y empiezan a contar chistes de doctores y, claro, tú te ríes de a huevo para no quedar mal... Pero por dentro piensas '¡Pobres pendejos! Y si toca que estás con amigos en una pedita, y te ven tomarte una o dos cervezas, de borracho no te bajan y no falta el que te dice "Yo contigo no me atiendo ni loco, pinche borracho!"

La familia de tu pareja, novio(a), esposa(o), amante o etc., te consultan cosas sobre un familiar que tiene la salud hecho pedazos y que ya ni remedio tiene ¡No la frieguen! Si el bato es bien codo y es un hijo de la chingada que no se ha cuidado  en veinte años y todavía le buscan ¡Te digo!
Nunca falta la persona que te dice que empezó un tratamiento con otro doctor, pero que no se halló con él porque le cobraba bien caro, mejor contigo porque dan por hecho que les vas a ‘hacer precio’.
-nada,-porque-son-tus-familiares....-¡Ajá! -disfrutaste.

Tus amigos se amparan en su doctor, que curiosamente eres tú. Sí, 'tú', o sea que ellos piensan que pueden hacer el desmadre del mundo con su vida  y tú les vas a arreglar el problema, ¡Ja, ja, ja, ja! Sí, como no... ¡Ah! Y aparte que los atiendas a la hora que se les pega su gana sin pagar un cinco. -en-su-jodido-trabajo?-¡Nunca!.-------------------------


Este documento fue descubierto en un consultorio médico, a ciencia cierta no se sabe en cuál. Ha pasado de generación en generación por lo que es nuestra obligación mantenerlo vigente y enviarlo a todos nuestros amigos doctores y los que no lo son, para que se enteren de las cosas por las que pasa un medico, y que ya no nos hagan preguntas o consultas tan estúpidas y que no nos tachen de lo peor, porque en todos lados hay ratas.