viernes, 15 de abril de 2011

Abdomen en madera

Aproximadamente a las 13:30 hrs. escuche como golpeaban a la puerta del servicio de urgencias, por lo que me dispuse a recibir con una sonrisa amable al paciente en turno, sin embargo al observar que mi nuevo paciente tenia dificultad para caminar y literalmente lo cargaban entre su esposa y hermana, me sentí desvanecer de miedo, y le pedí a Dios me llenara de sabiduría y confianza.

Automáticamente le pedí al paciente me dijera el problema que presentaba, por lo que con dificultad  me contesto  - Hace  5 días comencé con fiebre y   diarrea, agregándose desde ayer un terrible dolor que me ofende todo  el abdomen- -  Le  hice un gran número  de preguntas, sin orden y sin lógica, debido a que mi mente me ordenaba huir del lugar y buscar la ayuda de algún Médico que supiera y me dijera que hacer-  Sin embargo recordé que a pesar de tener 3 días como Residente de 1er año Yo era el encargado del servicio de urgencias hasta las 8:00 de la mañana del día siguiente y solo contaba con el apoyo de dos internos de pregrado. 

Los quejidos del paciente me hicieron despertar de mi aletargamiento y para acrecentar mi infortunio, en ese momento entro el Jefe del Servicio de Urgencias y me preguntó –¿Que tiene el paciente?- por lo que con mi mayor honestidad y desesperación conteste –¡No lo sé!      ---podría Usted  ayudarme---- Petición a la que amablemente accedió, sin embargo,   después de tocar  y palpar el abdomen del paciente  me comentó –Ya es tarde y debo retirarme para llegar a mi otro empleo- … Nuevamente me hundí en la mayor impotencia y desesperación, al observar la cara de dolor de mi paciente, la cara de suplica de su esposa y mi gigantesca ignorancia. En ese momentos regresaron de comer los dos internos y sin el afán de molestarme, más bien con una actitud de servicio  me preguntaron “Jefe cuales son las indicaciones   para este pacientito”, en ese momento intente concentrarme y tratar de recordar en que materia de la escuela me debieron de haber enseñado algo al respecto, sin embargo tristemente llegue a la conclusión de que nunca recibí una instrucción adecuada y hoy era el día preciso para aprender,  por lo que decidí solicitar un par de radiografías de abdomen.

Aproximadamente una hora después llego el tan temido subdirector del turno de la tarde del Hospital,  un Médico recio, seguro de si mismo con especialidad en Infectología, y me pregunto ¿Quien es el residente encargado del servicio?   por lo que conteste con timidez  -Yo-    inmediatamente me espetó ¿Me quieres hacer el favor de decirme que hace un paciente de urgencias, sin ropa, sin camisón y sin camilla. Sentado  en el vestidor del servicio de radiología?  ---me quede petrificado, mudo del miedo y sin poder articular palabra alguna---     afortunadamente los internos regresaron con el paciente ya con camisón y sobre una camilla, por lo que el Subdirector me exigió que lo acompañara a revisar al paciente y al llegar junto al paciente y de una manera paternal me pidió que tomara el pulso y la tensión arterial al paciente, cuestionándome  los resultados, por lo que apresuradamente  le conteste –78 de pulso y 120/80 de t.a.- es decir dentro de límites normales-  ¿Entonces se encuentra normal? me pregunto,  a lo que respondí con mucha seguridad -Sí-, su cara se transformo por el enojo de tal manera que por un momento pense que me golpearía, sin embargo paulatinamente se tranquilizo y me dijo:    Observa su piel marmórea, el pene pequeño  -casi no se ve-, toca el abdomen y se encuentra duro en su totalidad   -es un abdomen en madera-  es decir existe un problema quirúrgico intraabdominal, esta perdiendo líquidos dentro del abdomen y como consecuencia esta en choque hipovolemico y esta liberando aminas para compensar y por eso aparentemente se encuentra normal la t.a. y el pulso.   

Sus palabras y   su gran calidad humana me permitieron aprender medicina y sobre todo comprender que sin práctica no hay aprendizaje, y sin Médicos que poseen la convicción de transmitir sus conocimientos no existiría la enseñanza, Mi recuerdo concluye con la siguiente pregunta:
 
¡Cuantos Médicos con la más genuina vocación por la enseñanza, son ignorados y desaprovechados!
                                                         
                                                                                                Dra. Leticia Ávila

 

 



 

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