miércoles, 24 de junio de 2020

Encontrado por ahí...

Valió la pena ser Médico (parece ser largo, pero lean esto. Les aseguro que les traerá buenos recuerdos)
A nadie nos gustaba ir a todos lados con bata, pantalón y zapatos blancos pero no habían horarios fijos en la escuela, podrías ir a cualquier hora y después viajar a varios hospitales para prácticas, no tenías tiempo de ir a casa a cambiarte; comías en la calle cualquier cosa, estudiabas en el colectivo, taxi o metro, te las arreglabas para divertirte o distraerte para no desfallecer, jugabas fútbol de bata, ibas a fiestas de bata, te emborrachabas de bata, tratabas de ser humano cuando la misma profesión te ponía a prueba para no serlo.
En el internado supiste que la esclavitud existe y por lo tanto serás esclavo de esta profesión por siempre, te diste cuenta que puedes no dormir por días y te harán sentir tus superiores el más inútil e incompetente por el minino error, tus quincenas aunque sean de 400 pesos las esperas con ansias, te gritan enfermeras, residentes, adscritos, laboratoristas, familiares, pacientes e incluso los de limpieza, vas perdiendo hora con hora lo que tenías de humanidad.
En el servicio social te cuidabas para que en la comunidad no te lincharan si los sacabas de los programas de apoyo aunque no llegaran a sus consultas, pedías aventón si se iba el camión de pasaje, tu quincena no mejoraba y tenías que arreglártelas para estudiar para el ENARM
En la especialidad supiste que la vida no es justa, hiciste el ENARM compitiendo contra miles y contra el sistema, te alegraste por estar dentro pero sabias que te esperaba aún más esclavitud y sufrimiento, el R1 fue lo peor que viviste, sino te deprimiste, te bloqueaste, engordaste, enfermaste, te suicidaste, renunciaste o colapsaste el sistema se encargó de hacerte una maquina autómata de curar, cuando fuiste R superior si no te desquitaste por lo que te hicieron trataste de rescatar lo que habías perdido de humanidad en ti
Juraste nunca más volver a ser R1 pero hiciste la subespecialidad y fue aún peor que antes, ya te cansaban las guardias, fuiste intolerante a todo, intolerante en extremo al fracaso, perfeccionista imperfecto, intentabas aferrarte a lo que quedaba de humanidad si es que te lo permitía el cansancio, aumentaba el índice de renuncias, divorcios y enfermedades, entendiste que la sociedad tomaba en cuenta la mano que cobra y pocas veces la mano que cura.
Nuestras emociones se transformaron, a nuestra manera nos alegramos cuando alguien nace, nos entristece si alguien muere, sentimos el dolor ajeno pero minimizamos el propio y por eso somos los peores pacientes, alcanzamos prestigio por los éxitos pero un solo error nos sataniza y se nos persigue como chupasangre o delincuentes, estamos para servirles incluso en reuniones familiares, juntas, llamadas telefónicas, mensajes, redes sociales o chats sacrificando nuestro tiempo con la familia, o ratos de esparcimiento, estamos sujetos a juicios y sátiras graciosas o dolosas ya sea por nuestra bata, nuestros desvelos o lo que sea y sepan que si nos atacan no nos dejaremos, si nos demandan sin motivo los contra demandaremos, si nos satirizan en redes contestaremos igual
Pero al ver tantas muestras de cariño, sentir tanto afecto y reconocimiento de todos, sentimos que por algo somos médicos y nos enorgullece seguir siéndolo, recordamos que el medico pocas veces cura, a veces salva, pero siempre alivia y consuela... La bata retoma su blancura, la vestimos con más orgullo y alegría, si valió la pena ser médico.
Gracias por su cariño, gracias por confiarnos sus vidas, gracias por recordarnos que somos humanos, cuiden su salud y la de los suyos, acudan al médico a tiempo y no cuando estén complicados o graves.
Primum non nocere, porque
"lo primero es no hacer daño".


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